La posguerra marcó la primera fase de la dictadura franquista, caracterizada por la pobreza, la represión y la injusticia. Aún tenemos testigos vivos de este periodo, nuestros abuelos. Por tanto, antes de que sus recuerdos caigan en el limbo y sean olvidados he decidido entrevistarles sobre el tema, en especial a mi abuelo ya que es algo mayor que mi abuela, aunque ella también ha colaborado. Las abreviaturas son las siguientes:
F.A. (Francisco Arriaga, mi abuelo)
C.G. (Concepción García, mi abuela)
C.A. (Yo)
Sin más dilación he aquí la transcripción de la entrevista:
C.A.: La primera pregunta sería, ¿Cómo definirías la Posguerra en una sola palabra?
F.A.: ¿La Posguerra? Miseria...
C.A.: ¿Tú naciste el...?
F.A.: El 27 de abril de 1937.
C.A.: ¿En plena Guerra?
C.G. y F.A.: Si.
C.A.: Entonces te pilló siendo un crío.
F.A.: Pues si la Posguerra duró hasta el cincuenta, yo me acuerdo desde que tenía seis o siete añillos.
C.A.: Seis, siete años, si eres del 37 hacía el 43, 44 si no me equivoco, en plena Posguerra. Y... allí en la casa de la calle Hoyuela (Gor) ¿cuántos erais?
F.A.: En un principio éramos ocho hermanos, Julio nació en el 48, mis padres; Félix y Julia y un tío de mi madre. Que estaba sin nadie y vivía con nosotros.
C.A.: Entonces erais once...
Los 9 hermanos de mayor a menor: Antonia, Lola, María, Carmela, Felisa, Pedro, Francisco, Pepa y Julio Gor 1997 |
C.G.: Pero cuando nació Julio ya no vivía ese hombre.
F.A.: No, no, ya había muerto. Fue cuando tenía unos siete años. Subimos a donde tenía la cama, en la planta de arriba y nos lo encontramos muerto.
C.A.: Bueno, pero siendo tantos, ¿cómo salíais adelante? Porque además de las cartillas de racionamiento tendríais otros métodos, ¿no?
F.A.: Teníamos que ir a recoger espigas que dejaban las cosechas y hierbas del campo para comer.
C.G.: Y remolacha.
F.A.: Remolacha cocida, y comía pues... harina amasada, en una sartén y eso es lo que comíamos. El pan, el que había.
Escrituras de las tierras de mi bisabuelo por parte de abuela (1946) |
C.A.: El que había, sí, ¿vosotros que erais los panaderos (a la abuela)?
C.G.: No, no.
C.A.: ¿Aun no? ¿Lo fuisteis más adelante?
C.G.: Empezamos a mediados de los cuarenta, pero nosotros no repartíamos. Yo aun no hacía, pero mi hermana Angelina sí.
F.A.: El pan de la ración venía de los panaderos a los que el gobierno daba la harina.
C.A.: ¿Cómo funcionaban las cartillas de racionamiento?
F.A.: La cartilla tenía unos cupones diarios que te los cortaban cuando te daban la ración de pan, te contaban pues para los que había. Si éramos once pues once raciones. Once raciones de pan que fueran unos 200g. Que fuera un trozo.
C.G.: Como un bollo de ahora.
F.A.: Pero aun así había días que te quedabas sin pan.
C.A.: ¿Y además del pan se racionaba otra cosa?
F.A.: En la casa tenías falta de todo, porque lo que se cultivaba o lo que producías venían y se lo llevaban.
C.G.: Aunque ese no fue vuestro caso, ya que no cultivasteis nada para que no se lo llevaran, a mis abuelos sí.
F.A.: Aun así, si tenías algo; un cerdo, comida o lo que sea venían y te la requisaban. Se la llevaban y te dejaban sin nada, y así luego salías al campo en busca de lo que fuese. Recuerdo yo una vez, con siete u ocho años estaba la Palula...
C.G.: Una mujer mayor que vivía en la calle del Agua. Era la más beata, no tenía hijos y era muy mala.
F.A.: Ella estaba vigilando, para avisar a los guardias. Y enterraba el pescado cuando no estaba bueno y nosotros lo desenterrábamos y nos lo comíamos.
C.A.: El pueblo, aunque no estuviese aislado del todo; acceso a servicios cero, ¿no?
C.G.: Tu hermana Antonia estuvo trabajando con el veterinario.
F.A.: Pero eso fue solo un invierno.
C.A.: Me refiero a servicios como escuela...
F.A.: Escuela había una para todos, cuando yo me acuerdo de ir a la escuela con unos seis años hasta los once años y cuando venía de trabajar iba al colegio de noche, a aprender una mijilla. Leer, escribir, lo básico.
C.A.: ¿Había mucha persecución en el pueblo?
F.A.: Toda, por todo, si eras de izquierdas, si eras de derechas; pero si estaba con la derecha estabas protegido, los falangistas. Pero si eras de...
C.G.: Pero que los de izquierda tampoco se salvaban.
F.A.: Ya, pero estaban más protegidos ellos. Claro cuando inventaron estos de la boina roja, los...los, ¿cómo se llamaban?
C.G.: Los falangistas.
F.A.: Si, que iban vestidos de rojo, con las camisas azules.
C.A.: ¡Si! Los camisas azules aquí, camisas pardas en Alemania y camisas negras en Italia.
F.A.: Exacto, esos eran los que intervenían en las casas en las que a lo mejor eran rojos, entraban y les despojaban.
C.A.: Ahora que dices rojos, ¿alguno de vuestros padres luchó en la guerra?
F.A.: El mío, estuvo los tres años en la zona roja.
C.A.: Osea, luchó en el bando de la República. Entonces... ¿luego se escapó?
F.A.: No, no se escapó. Pero ni le fusilaron, ni le metieron en la cárcel. Le pusieron a reconstruir el pueblo pero sin pagarle nada. Todo porque era albañil, si no... pudo haber pasado cualquier cosa.
Félix Arriaga y Julia Montoro |
C.A.: Además como estaban fichados...
F.A.: Pues el que aún se resistía o se sublevaba acababa en la cárcel. Mientras que el que no causaba mucho "jaleo" lo dejaban.
C.A.: Y en los cincuenta cuando hicisteis las casetas forestales en la provincia, ¿eso ya fue pagado?
F.A.: Cobrábamos poco pero era algo.
C.G.: Pero también dieron con un jefe, que se fue a Argentina y no les pagó.
F.A.: Pero a mi padre como era el jefe de obra, no lo tenía declarado y se llevó una buena parte, aunque lo demás acabase en Argentina.
C.A.: Ya más metidos en la dictadura, cuando os fuisteis a París te metiste en la CGT, o eso tengo entendido...
F.A.: No, no, allí trabajaba normal.
C.G.: Eso fue recién venido a Granada, te metiste en la...
F.A.: No, lo que pasa es que éramos simpatizantes del Partido Comunista, entonces apoyábamos con octavillas, ellos nos las daban y nosotros las repartíamos.
C.G.: Con peligro, con peligro...
F.A.: Con peligro no (se ríe la abuela), fue cuando mataron a aquellos que mataron en la huelga del setenta. Desde que volví de París, aunque no fuese de ninguno, simpatizaba con el PCE, repartiendo octavillas, haciendo algunas donaciones, para mantener un poquillo la revolución (se ríe). Como no teníamos derecho a sindicarnos ganaba una miseria trabajando de sol a sol, ganaba "leche fresca" nada, cuatro o cinco duros al día.
C.A.: Ahora que hablas de dinero, esta es una foto de tu comunión, ¿no?¿Cómo la costeasteis?
F.A.: La hice con ocho años, en el 45 o 46. El traje me lo trajeron familiares de Melilla.
C.G.: Y unos zapatos blancos y rojos
F.A.: La ropa de unos se pasaba a otros, pero remendada y con muchos parches, ya que no había otra cosa. Y hoy pues te los rompes para que vayan rotos (risas), pero antes no había otra.
C.A.: ¿Y qué te regalaron?
F.A.: Me regalaron ocho pesetas, con las cuales fuimos a comprar una hogaza de pan.
Foto de la comunión |
F.A.: Si, yo me acuerdo de una noche en la casa donde vivíamos teníamos una estufa y los vecinos nos juntábamos allí, y no tenían nada; estaban peor que nosotros. Porque yo he visto en aquel callejón morirse la gente de hambre.
C.G.: Un amigo tuyo hijo de María la vecina tuya.
F.A.: Sí, estando en las escaleras se quedó muerto de hambre, esquelético, con la barriga hinchada, parece que lo estoy viendo, ya ves tú, que le dábamos a veces de lo que hacíamos de comer si nos sobraba. Muy pocas veces. Nada. Pero nosotros criábamos marranos, conejos, por lo menos subsistías. A partir del 45 cambiaron las cosas para nosotros y nos fue bien, pero luego tuvimos una racha en la que mi padre se rompió un pie y como no estaba asegurado nos quedamos sin ingresos durante cinco meses.
C.A.: ¿Entonces?
F.A.: Pues mi hermano Pedro y yo robábamos lo que podíamos, me acuerdo de ver una gallina en la calle y pillarla para comer. Que no robábamos por robar, sino para comer.
C.G.: Claro, era vivir o morir, no quedaba otra, y por suerte teníamos tierras en nuestra familia por lo que nos fue algo mejor.
C.A.: Pues muchas gracias a ambos por vuestro tiempo, ha sido un auténtico placer poder escucharos relatar los hechos desde vuestras vivencias, de veras, muchas gracias.
Esto no podría haber sido posible sin ellos, ¡Muchas gracias! |